Mediamarathón de Moratalaz

La última carrera a la que asistimos fue la Media Marathón de Moratalaz. La verdad es que el día no acompañaba, pero allá que nos fuimos con nuestras ropas del Decathlon, nuestros relajes de pulsera, pañuelos y barritas de avellanas con chocolate. El día amenazaba lluvia, pero finalmente no llovió. Comenzamos la carrera por esos barrios de dios, el público brillaba por su ausencia pero desde el calor de sus casas sentíamos su apoyo (a veces algún niño nos gritaba desde la ventana). Como buenos Ranners nuestro trote fue,,, como diríamos, un trote cochinero, pero mantenido, firme, impresionando a los policías que cortaban la circulación para que pasáramos. 

Rápidamente nos pusimos los primeros, empezando por atrás, era una lucha sin cuartel de Ranners jadeantes, luchando por no venirse abajo al ritmo de la Máxima. Marcamos los 10 km en menos de 1 hora, impresionante para alguien que meses antes cogía el coche para ir a comprar el pan dos calles más abajo. El instinto de autosuperación, nuestros colores del Club Ranners de Rivas (también conocidos como Ranners de Bolsillo) nos impulsaba a no parar, a correr más que el coche escoba, a no asustarnos porque nos pasasen los de cabeza de carrera, los que llevan pantalones cortos en vez de nuestras inconfundibles mallas. Alguno de nosotros decidimos ir a los 10, otros a los 20 km. La policía local ya dejaba pasar coches cuando pasamos, pero daba igual, acabaríamos nuestra carrera. Al entrar, las masas enforvorecidas (3 familiares) gritaban nuestros nombres, la organización ya estaba recogiendo y no quedaban ni camisetas para nosotros (otros corredores se habían llevado 6 para sus amigos), pero con la satisfacción de la carrera hecha (y un bocata de tortilla muy rico por cierto), cruzamos la meta, había nacido un club mítico, Los Ranners de Rivas.